CRONICAS DE UN PUEBLO II
Y allí, en el fondo del macuto, escondida, estaba la libreta, casi desde el final del verano, como amante olvidada, sin que le hiciese el menor caso, esperando a estar de nuevo entre mis manos, a ser contemplada, y acariciada por mis dedos, esperado no sentirse un inútil peso para mis hombros, sino una fiel compañera; hasta que al fin la abrí, y repasé los últimos garabatos, recordando el pasado verano, pequeños episodios de mis días de vacaciones, y más concretamente de el día de mi llegada al pueblo, ese día que condensa la alegría de reencontrarse al cabo de unos meses sin vernos, y la cantidad de cosas que teníamos por hablar, las risas que durante el resto de los días nos quedaban por echa. Ese día...
Recuperé como pude el aliento perdido durante la subida por las empinadas cuestas, apoyándome de vez en cuando, ahora en la pared de un lado de la estrecha calle, ahora en la pared del lado opuesto. Para cualquiera que me hubiese podido observar debía presentar un aspecto patético, pero por fortuna, las horas de la madrugada en que se producía la escalada hacia mi casa, situada en uno de los puntos más elevados del pueblo, no se prestaban a las miradas curiosas, pero aunque así hubiese ocurrido, la verdad es que en el estado en que me encontraba, me hubiera sido del todo indiferente.
Una tarde compartiendo copas y conversaciones con los amigos, más copas y más conversaciones y más copas..., hasta que ya de madrugada las conversaciones se hicieron espesas, ininteligibles, y solo las copas seguían allí manteniendo una cierta coherencia señalando el tiempo en forma de vasos desordenados y medio vacíos sobre la mesa.
Es el momento en el que ya se decide dar por concluida la noche, retirarse cada uno a su casa, y los anfitriones a su cama, y mañana más... Y así hacía yo camino a la mía, dando tumbos, y muy a pesar del ron, aun con la mente bullendo de ideas y cavilando en lo absurdo de la situación, pues debería haber estado ausente, con la cabeza flotando en los vapores etílicos, y en cambio me parecía estar más lúcido que en otras ocasiones, pensaba en que era plenamente consciente de mi estado, en que en ese momento no había nada mejor que estar borracho con la consciencia de estar en un estado perfecto, con una extraordinaria a la vez que extraña claridad, que mantenía mi cerebro despierto.
Todo detalle durante el camino lo contemplaba, a pesar de la oscuridad de la noche con un detalle que en estado ebrio jamás había apreciado, los desconchones en esa fachada que el desgaste va ajando sin que se ponga remedio, mientras que a su lado la otra presenta un aspecto cuidado, esa puerta con la cerradura antigua, que me daba por pensar en el tamaño de la llave, y en lo incómodo de llevarla en el bolsillo, esos cables de la luz, laberínticos, afeando las fachadas, la cruz de los caídos, o la placa en la puerta de la iglesia, vergüenzas que aun siguen pretendiendo señalar que hubieron muertos por un Dios del que niego su existencia o por una España a la que me es imposible querer, y que después de tantos años ahí están, dando ese absurdo y cruel testimonio.
Así que, ya jadeando, llegué a la pequeña placeta detrás de mi casa, entre el embotamiento producto del alcohol ingerido y ese estado de ebullición mental. Y pensando que debía anotarlo, sacar libreta y bolígrafo y escribirlo o por la mañana ya sería tarde, y nada de lo que entonces tenía en la cabeza sería recordado.
Así que, como decía, cuando por fin me decidí a desenterrar mis notas me encontré con garabatos sin sentido, indescifrables. Pero algo permaneció y se mantuvo en mi memoria, y el recuerdo de aquella noche me llevó a verme allí, en esa placeta, sentado luchando por mantener firme el bolígrafo y quieta la libreta para poder escribir algunas palabras, pero sin conseguirlo.
Definitivamente, el alcohol si que hizo efecto...
13 comentarios
Suleiman -
Amigo Carvalho, como siempre tiene usted razón, primero fue el calor, ahora el frío parece que hiela mis ideas y enfría mis ganas de teclear, eso además de un final de semestre universitario que me está resultando agotador.
Pero ya se acaba... Y espero colgar de nuevo en poco tiempo alguna cosilla.
Como siempre un abrazo Carvalho, y gracias por animarme a continuar castigando con mis palabras a quienquiera que se acerque por aqui.
carvalho -
Suleiman -
carvalho -
Suleiman -
jajaja
Carvalho -
Carvalho -
Suleiman -
Un abrazo!!!
Carvalho -
Suleiman -
Carvalho, es usted una caja de sorpresas!
Moltes mercès!
Carvalho -
¡Coño aún recuerdo el catalán¡
Suleiman -
Salut!
Dessmond -