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El caos controlado de mi mesa de trabajo

AFRICA

Rescato y redescubro músicos que hace tiempo escuché y que no se bien por qué, estos días sus nombres de repente me han venido a la cabeza; y aprovechando la maravilla que supone estar en un país "desarrollado" y mi conexión de banda ancha de Internet, me permite descargarme temas y visionar videos suyos que ni siquiera sabía que existían, recojo para mi discografía particular autores africanos, como Salif Keitia, Toumane Diabate, Papa Wemba, Miriam Makeba, Ismael Lo...

De este último, dice su biografía que con 15 años se presentó en su Níger natal a un concurso con una guitarra hecha por él mismo con hilo de pescar y un trozo de madera, y una armónica, cosa que le valió el apelativo de "hombre orquesta", pero su voz... aunque yo no soy un gran entendido en música, si que reconozco cuando algo me emociona, y la música de éste autor y su voz así lo hace.

A veces, lo más sencillo es lo que más satisface, una simple caricia en la cara, el mero calor de unos labios que al juntarse con los tuyos llenan de sabor toda tu boca, un humilde abrazo que te traspasa esa energía que te falta, esa palabra dicha sin altisonancias que te reconforta...

Así, la sencillez de esa música penetra en mis oídos, me transporta a paisajes que por desgracia no he tenido ocasión de contemplar salvo en reportajes televisados, y me acerca a personas como nosotros (de hecho, ¿quienes somos nosotros y quienes ellos sino los mismos?) que viven y mueren, disfrutan y sufren, aman y odian...

Hace escasamente dos siglos, ¡únicamente 200 años! Las pateras surcaban los mares de una manera legal, en forma de grandes naves con sus bodegas repletas de esas almas que, esclavizadas, ayudaron a levantar la economía del todopoderoso país que ahora pretende darnos lecciones de libertad.

Y de su tristeza, del desconsuelo vivido por el abandono forzoso de su tierra, del sufrimiento de una vida sin valor por ser un mero objeto de cambio, de la miseria en la que se vieron obligados a sobrevivir, surgieron sus cantos espirituales que más tarde, con esa capacidad que tiene la música de no atarse a ningún sitio, de mezclarse, combinarse y formar los más fabulosos cócteles, acabaron convirtiéndose en múltiples estilos con los que todavía disfrutamos.

Y hoy la música, de nuevo, me transporta a ese continente al que tanto debemos, del que tantos recursos nos beneficiamos, y al que tan pocos destinamos. Después de tantos siglos recogiendo los frutos de sus tierras, manteniéndolos débiles y divididos para que así nos sea más fácil y barato hacerlo, vendiéndoles las armas con las que bañan de sangre su territorio, mientras de sus minas ellos mismos se encargan de extraer por un jornal miserable esos diamantes que lucirán las damas de la alta sociedad, o talando sus nobles maderas que adornarán el despacho de ese mismo ministerio que promulgará las leyes que, además, querrán evitar que escapen a la crueldad del hambre, las enfermedades y la guerra.

Pero ellos continuarán intentándolo, se embarcarán en esas pequeñas embarcaciones que ahora sustituyen a los galeones de esclavos, hacinados en ellas con la única ilusión de llegar a un mundo que les hemos vendido como la panacea, y del que aspiran formar parte simplemente para poder vivir con dignidad, o más bien con los recursos que les permitan hacerlo sin penurias -pues la dignidad no es un bien que pague con dinero- y que sus familias, allí donde las dejaron, puedan también subsistir, que no les falte el alimento ni las medicinas que les sanen, que no les falte la vida que merecen.

Pero, por favor, que eso no venga de la mano de la caridad, no es caridad lo que se necesita, es justicia, esa justicia que ya hace tiempo se viene reclamando de la mano de algo tan insignificante como una mísera parte del PIB de aquellos países que nos consideramos "ricos", de esta sociedad que permite que siga siendo rica a costa de su pobreza y que, cuando les ve llegar, cuando se cruza con ellos en sus calles, gira la cabeza para desentenderse de sus problemas, en un gesto como el del niño pequeño que cuando se tapa la cara cree haber desaparecido. ¡Bendita hipocresía!

Y hoy, su música, nuestra música, LA MUSICA, se convierte en algo más, es la rabia, la impotencia, el deseo, la emoción, la esperanza, es punto de encuentro y es reflexión, hoy su música me ha acercado a esa tierra, y por eso le estoy agradecido.

 



9 comentarios

petalofucsia -

A veces veo las pateras de inmigrantes o al inmigrante que vende lo que no se suyo y me digo: están pidiendo nuestra ayuda a gritos y nosotros pasamos por la calle mirando hacia otro lado y pensando que esas mercancias no las necesitamos para nada, ya que hay otras mejores e iguales y más modernas.

Podemos prescindir de ellos, no les necesitamos.

A veces incluso caigo en comprar alguna artesania.

Intentando llevarse una parte de lo que nos sobra a todos nosotros......

y no lo consiguen......

Suleiman -

Hola Petalofucsia.
No te preocupes, ahora lo borro si ese es tu deseo.
Y no te preocupes por lo que dices de contaminar el blog con ideologias. Las ideas son libres, y en ningún momento es mi intención cerrar ninguna opinión a nadie. Al contrario, si mis modestos escritos sirven para que alguien, como tu, reflexione y emita un juicio sobre ellos, de verdad que me siento más que satisfecho y orgulloso de que así sea.
La pobreza de Africa es nuestra riqueza, y eso es lo verdaderamente intolerable, les pasamos por su cara nuestra manera de vivir, nuestro consumismo, les esquilmamos sus recursos, y cuando reclaman su parte de este pastel que bien repartido podría cundir para todos, los tratamos como si nos quisiesen robar algo que no es nuestro. Triste sociedad que no es capaz de compartir...

petalofucsia -

...hola...

escribo para corregir el anterior y agresivo correo. Esta tarde estuve con una amistad y escuchando sus reivindicaciones. Por eso estoy asi.

Perdon.

Quizás lo que busquen es un fajo de billetes o también la necesaria comprensión que todos necesitamos.

Me explico, ellos quizas se han dado cuenta de que hay personas más favorecias, gente con mejor aspecto, pero que está francamente tan desesperada como ellos por sobrevivir.

La gente que critique lineas más arriba viven bajo el mismo yugo opresor de miedo y terror a ser despedidos de su grupo.

Si fuesemos ricos no tendriamos miedo y seriamos más desprendidos.

Al no tener este miedo opino que tendriamos lo que yo llamo autonomia al no depender de nuestro jefe.

Tienen que perdonar y, por favor: pueden borrar el anterior mensaje por frenético.

En este momento tengo la sensación de estar contaminando el blog de ideologias personales.

Disculpen.

Y... por favor
podría borrar el anterior envio de datos?
hastapronto

Suleiman -

Amigo pues!
Y aunque el ámbito sea limitado, no por ello menos agradable será contar con tu amistad.
Un beso entonces, amigo!

Carvalho -

Lo de amigo, dalo, en este ámbito, por supuesto.

Suleiman -

La verdad es que por momentos dudé sobre si eras algún amigo o conocido, y de ahí esa presunción. Por lo que me alegran doblemente tus visitas, y aun más tus comentarios, pues no proceden de aquello tan absurdo que se hace con las amistades de no querer ser crítico por miedo a herirlas. De nuevo gracias, y ojalá algún día si que podamos mantener esa conversación pendiente.
Un beso, por qué no?

Carvalho -

Nuestras sensibildades son, por suerte o por desgracia, bastante comunes. En cuanto a haber mantenido charlas, pues no creo, ya que mi circulo social es tan reducido como mi movilidad. No entraré en detalles: es tu blog. Un abrazo y, ¿por qué no? un beso.

Suleiman -

Una larga charla que muy gustosamente mantendría contigo tanto respecto a este como a otros temas (si es que no la hemos mantenido ya...) pues veo que nuestras sensibilidades son muy similares.
Gracias a ti por seguir leyéndome y por animarme a que continúe.
Un abrazo!

Carvalho -

Y no sólo del PIB vive el hombre, pues sería absurdo empujar con ayudas las ruedas del desarrollo cuando por otra parte las llenamos de palos en forma de subvenciones a nuestros propios productos y aranceles sobre los ajenos. Tema sería para una larga charla, en la que no faltarían los cínicos de guardia que para justificar el estado de las cosas nos recordarían a cada momento que si tenemos un móvil, que si queremos seguir tomando café, que si disfrutamos del cacao,... Pero no hay discusión posible. Lo justo es fácil de entender por cualquiera. Por lo demás, las calles de Europa se llenan dia a dia de belleza. Sólo por eso ya convendría suprimir toda clase de barreras. Gracias por continuar, Suleiman.