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El caos controlado de mi mesa de trabajo

Víctor, ¡va por ti!

Lo confieso, si, esta mañana sucumbí a la nostalgia, palabra por cierto con una etimología bien curiosa:

Del griego Regreso (nostos) y Dolor (algos), curioso este dolor del regreso, o dolor por regresar. Pensándolo bien, en realidad le damos a la palabra un significado bien opuesto al que realmente es, pues cuando hablamos de nostalgia, el dolor que nos invade no es por regresar, sino por desear hacerlo.

Lo dicho, esta mañana sucumbí a ese dolor que se siente por el regreso a lo que sucedió, y no por querer que de nuevo suceda. Me vinieron a la cabeza viejas canciones, y presto empecé a buscar la manera en que podría escucharlas de nuevo.

Entre en http://www.radioblogclub.com , donde pude escuchar de nuevo (¡cuanto tiempo hacia ya que no la escuchaba!) la canción de Víctor Jara “Te recuerdo Amanda” me sumergí en sus estrofas, y a pesar de tratarse de una grabación antigua y llena de ruidos, se me clavaba en cada palabra en mi pecho el dolor del regreso, el dolor del recuerdo de ese cantautor mutilado y asesinado por el único pecado de musicar sus ideas. Se perdió su voz, y se perdieron versos tan espléndidos como los de esta canción:

Te recuerdo Amanda,

la calle mojada,

corriendo a la fábrica

donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha,

la lluvia en el pelo,

no importaba nada

ibas a encontrarte con el…

Son cinco minutos,

la vida es eterna en cinco minutos,

suena la sirena,
de vuelta al trabajo,

y tu caminando,

lo iluminas todo,

los cinco minutos te hacen florecer

Te recuerdo Amanda,

la calle mojada,

corriendo a la fábrica

donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha,

la lluvia en el pelo,

no importaba nada,

ibas a encontrarte con el…

Que partió a la sierra,

que nunca hizo daño,

que partió a la sierra,

y en cinco minutos,

quedó destrozado.

Suena la sirena,

de vuelta al trabajo,

muchos no volvieron,

tampoco Manuel.

 ...

Y en cinco minutos recordé la muerte de su verdugo, hace bien poco, en su cama, de puro viejo, y sin haber sido nunca juzgado por sus crímenes.

Si es que existe, espero que nunca su alma encuentre reposo, aunque el recuerdo de sus víctimas le perseguirá siempre, púdrete Pinochet.

En cinco minutos evoqué la cara de esa Amanda que nunca conocí en el pasado, aunque se me apareció en mi presente su ancha sonrisa, su pelo mojado, y la alegría por el encuentro con su amado.

Víctor, gracias por recordarme que la felicidad puede estar en tan solo esos cinco minutos, y gracias siempre porque cada vez que recuerdo tus canciones tengo presente que también en cinco minutos se puede destrozar el más bonito de los sueños, por lo que intentaré vivir intensamente los míos.

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