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El caos controlado de mi mesa de trabajo

Normalizar…

Normalizar…

Abro el diccionario Encarta y leo el significado de esa palabra:

Normalizar:

1.- Regularizar o poner en orden lo que no lo estaba

2.- Hacer que algo se estabilice en la normalidad.

3.- tipificar (ajustar a un tipo o norma común).

Miro a mi alrededor, voy a tener que normalizar esta mesa de escritorio, está realmente desordenada y a saber dónde puse la factura aquella que más adelante me hará falta para Hacienda..., bueno, cuando llegue el momento ya lo normalizaré,  y esa pila de platos que tengo pendientes de fregar, finalmente va a perder su estabilidad y me va a tocar renovar vajilla, tendré que normalizarla.

Normalizar, ordenar, estabilizar, tipificar, ajustar...

Solo leer estos verbos me recorre por mi espina dorsal un extraño hormigueo, me imagino arrastrado sin piedad a la oficina después de una noche de dudoso descanso, donde soy encadenado a la silla para pasar una nueva jornada rellenando los formularios de siempre, me contemplo sujeto por los hombros mientras soy acompañado a mi domicilio, donde se me sienta frente al televisor, después de haber besado en la mejilla a la persona que comparte mi casa, sin apenas haber cruzado un par de palabras con ella, observo cómo dos personas, considerablemente más jóvenes y bajitas que yo corretean a mis pies, mientras yo, absorto en mi normalidad, pierdo la mirada en la pantalla y apenas acaricio sus pequeñas cabezas. Y veo como todo esto se repite día a día, normalmente, establemente, ordenadamente...

Tampoco pretendo engañarme, y hasta que la suerte no me sonría, y me toque algún premio que me permita desprenderme de las obligaciones laborales (aunque para ello debería empezar a jugar...), me temo que no voy a tener más remedio que ir, normalmente, a trabajar cada día, pues hay que comer y pagar los recibos con estabilidad, y ajustar los presupuestos para poder vestirme y hasta en algún momento dado permitirme algún que otro capricho, eso si, ordenadamente.

Pero no renuncio al desorden del amor, no me resigno a desajustar mis sentimientos para que vaguen libremente en busca de emociones, ni quiero encogerme de hombros pensando que la estabilidad acaba por dinamitar éstos sentimientos, declino la normalidad en el trato con las personas que amo, prefiero dejarme llevar a la deriva por las sensaciones y que sean ellas las que transporten mi relación al puerto donde crean más conveniente, esperando que éste sea acogedor y la resguarde de las tormentas.


3 comentarios

preci -

TEM!

Suleiman -

Nuevamente agradezco tus palabras, y seguiré tal como dices plantando cara al amor, huyendo de la normalización si esta significa una pobre y triste rutina.

yolanda -

Juega a seguir disfrazándote de normal el tiempo que quieras, porque con la inventiva y la genialidad que tienes cuando escribes, no puedo mas que pensar que dentro de este mimo que repite lo de cada día hay un artista que traspasa al personaje del que te disfrazas.
Sigue plantándole cara al amor, desnudo, porque debería ser lo más normal del mundo.
qué mundo de locos..y que cuerdo se lee cuando tu lo describres.

Yolijolie