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El caos controlado de mi mesa de trabajo

Y sin palabras…

A veces me sorprendo relatándome a mi mismo lo que estoy viviendo, haciendo un repaso mental como si en ese instante estuviese redactando la novela de los acontecimientos, unas memorias que se escriben en directo.Escucho mis propias palabras mientras voy narrando los hechos, describiéndome a mi mismo los objetos y las situaciones, quizás en un intento de grabarlas en mi cerebro, y así más tarde poder recuperarlas en un relato fiel de lo que sucedió.

Como en el instante en que estoy escribiendo este texto, mientras tecleo las letras que lo compondrán y voy pensando cuales serán las próximas palabras que lo completen, en ocasiones se suceden los hechos en mi vida cotidiana de esta manera, en lo que parece un guión escrito de antemano en el que yo solo voy interpretando mi papel al tiempo que repaso cual va a ser mi actuación al salir a escena.Y actúo en este gran escenario, como digo, repasando ese guión y procurando que no quede ningún cabo suelto que haga fracasar la obra, mientras espero que a final de cada escena, el público, aunque no ovacione, por lo menos se retire satisfecho de lo que ha visto en la sala, que las molestias que se ha tomado para asistir a la representación, sean por lo menos compensadas por una buena interpretación de este autor-guionista-director.

Pero sucede que a veces las sensaciones superan el corsé de las palabras, la mente se bloquea y es incapaz de narrarlas, y únicamente me permite vivirlas, sin planificación, sin guión, dejando entonces que la obra se convierta en una actuación de mimo improvisada, donde solo los gestos tienen sentido, donde solo las onomatopeyas están permitidas, y de lo que se trata es de vivir y transmitir esas sensaciones.Y cuando intento evocar esos momentos, únicamente me sobrevienen recuerdos sensoriales, con seguridad he asistido a esa obra, como protagonista a la vez que como público, y seria incapaz de describirla, ni siquiera de redactar un breve resumen.

Entonces, recojo un verso del "Nocturno" de Alberti, que aunque escrito bajo un contexto muy diferente, juzgo aquí apropiado:

"Las palabras entonces no sirven, son palabras"

2 comentarios

Suleiman -

De acuerdo en parte, Carvalho, simplemente hay ocasiones en las que las palabras se antojan insuficientes para definir o definirnos, para evocar pensamientos, situaciones, y no digamos para pretender explicarnos emociones.
Aun así, de acuerdo en que ellas nos sirven para entendernos un poco más y mejor. Y por eso creo que en determinados momentos, las palabras no sirven, son palabras.
De nuevo, quiero agradecerte que no solo leas de puntillas lo que aqui escribo, sino también que te detengas a analizarlo y lo comentes.


Carvalho -

Describes a la perfección el curso del pensamiento. Este discurre de forma abstracta y no verbal, por eso nos causan angustia determinados procesos del coco. Explicarlos a alguien, de palabra o por escrito (mejor de palabra) nos ayuda a entenderlos, a entendernos al fin y al cabo. Recuerdo tu relato del solitario. Por tanto, lamento discrepar de lo manifestado por Don Rafael, al menos fuera de la totalidad del poema. De todas formas, chapeau! Suleiman.