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El caos controlado de mi mesa de trabajo

METAFORAS Y CAMINOS

METAFORAS Y CAMINOS

Recurrente metáfora la del camino, vida y camino, camino por recorrer, un tránsito del cual conocemos perfectamente el final del trayecto, y sin embargo estamos totalmente desconcertados por la manera en que éste se desarrollará. Un camino lleno de etapas el devenir de las cuales debería dejarnos la sensación que no ha sido en balde nuestro paso por el.En éste viaje atravesamos estrechos senderos, caminos más anchos, pistas, carreteras, y en ocasiones grandes autopistas que aceleran nuestro paso, sin obstáculos como los que en esas pequeñas sendas debemos sortear. E incluso las rutas que nosotros mismo debemos abrir cuando, perdidos en el bosque tenemos que apartar las ramas de los arbustos que nos impiden el paso, o sortear esas rocas que parecen haberse decidido a no dejarnos avanzar en la dirección que nos conduce al final de la espesura. 

Socorrida metáfora la del camino… recurso de poetas.  Se hace camino al andar… 

Hoy salí, de nuevo otra etapa más de mi viaje, y en esta ocasión, a la vez que metafórico, el viaje fue real. El día amaneció despejado, salvo alguna lejana nube en la dirección hacia donde me dirigía y amenazaba con hacer que parte de este viaje transcurriese hoy bajo la lluvia, dejé atrás mi casa, mi refugio, la seguridad de las cuatro paredes y el tejado que me resguardan del frío y de esa posible lluvia pero que, a la vez, en ocasiones es la trampa que me atrapa y pretende retenerme para no dejarme avanzar en el camino. No, esta vez no lo consiguió, y ya pronto estuve circulando con el coche en la autopista, rápido, rápido, iba dejando atrás los paisajes y mi vista se centraba en las líneas de los carriles, dejando pasar a los viajeros con más prisa que yo, o adelantando a aquellos con más paciencia que la mía, se hacía leve y ligero el viaje, sin sobresaltos, pero también sin alicientes.Y hacia la mitad del trayecto, la niebla hizo acto de presencia, el cielo desapareció bajo su manto (otra socorrida metáfora, ese manto que cubre y te aísla, manto frío y húmedo, curiosa contradicción un manto que en lugar de abrigarnos y cobijarnos, nos provoca esa extraña sensación de indefensión) y el camino se difuminó haciendo que avanzar en el fuese un ejercicio lento, aunque no lo suficiente para detenerme, además, tarde o temprano se sale del banco nebuloso, o bien éste acaba retirándose, como así sucedió, dejando de nuevo paso al sol que iluminaba el camino, cuando por entonces había abandonado la autopista, y me había adentrado en una pequeña carretera local.

Es la parte del este viaje más amena, la carretera no permite correr a grandes velocidades, las curvas y el trazado la hacen más peligrosa, pero a su vez, hacen que el camino sea diverso, y que los paisajes desvíen de vez en cuando mi atención hacia ellos, se recorre entonces esa parte del trayecto más despacio, pero… en realidad, ¿para qué hacer un ruta con prisas, y sin dejar deleitarnos con las vistas que nos regala?Fondos que se suceden, ahora mostrándome como la crudeza del invierno ha castigado los campos, quemando el verde de las plantas y dejando los árboles desnudos, expuestos con sus extremidades desprotegidas, aletargando los campos ahogándolos con una fina pátina blanca, producto de las heladas. Contemplé así este paisaje mientras conducía, pesaroso a la vez que esperanzado, “el invierno siempre pasa”, me digo, y los campos reverdecen de nuevo en cada primavera, y la vida se apodera otra vez de estos ahora yermos paisajes, y el camino sigue, siempre sigue hasta su destino, porque este, mi breve viaje, también tiene un destino, al que me fui aproximando.

Tengo grabada en mi mente esta ruta, no me es desconocida, y sin embargo, se me antojaba algo diferente esta vez, cada salto en el contador de los kilómetros del coche representaba ahora algo diferente, un paso más que me acercaba de un punto para acercarme a otro, ¿qué simple, no?, dejar un origen, llegar a un destino, y ¿por qué, para qué?, eso es lo realmente complicado, conocer el por qué emprendemos este viaje, aunque verdaderamente ya comenzó hace tiempo, y siempre estamos inmersos en él.Seguía la carretera, y conforme esta etapa estaba llegando a su final, el paisaje se tornaba cada vez más áspero, más duro, la rudeza de unas tierras olvidadas, resecas y áridas, un panorama desolado, pero que mi mapa mental conocía perfectamente y que sabía que, en poco tiempo ya, quedaría atrás, y que, como oasis en medio de este desierto, llegaría a las tierras regadas por el río que recoge las aguas que se han deslizado por esas yermas tierras, y se han filtrado entre ellas, recogiendo los restos del poco aliento que albergan, y que generosamente le donan para que riegue sus márgenes y todo a su alrededor tenga esa  vida de la que ellas carecen.

Final de la etapa, otra vez en el pequeño pueblo, otra vez la llegada me alegra el corazón, y me llena de alegría, después de este viaje comprobar que, en realidad, todo sigue en su sitio, y las paredes de esta otra casa, de nuevo van a ser refugio de la lluvia y del frío, cobijo hasta que, otra vez, emprenda el camino de regreso, y así, etapa tras etapa, el final llegue sabiendo que el viaje no ha sido vano, que cada uno de sus momentos me ha aportado alguna cosa, ora alegrías, ora tristezas, pero siempre la sensación de estarlo viviendo intensamente. 

Metáforas, siempre metáforas… 

En realidad, solo fui a mi pueblo a pasar el fin de año… 

 

6 comentarios

Suleiman -

Tiene usted razón, Carvalho, y aunque pienso que nunca dudé del poder de las palabras, solo creo que ellas a veces nos limitan, constriñen nuestra capacidad de expresarnos, quizás por incapacidad descriptiva, quizás porque en ocasiones como ésta, acompañadas de una imagen, o de un sonido, nos transmiten mucho más, a la vez que gracias a ellas lo que percibimos por nuestros diferentes sentidos se vea enriquecido.
Y ahora, me retiraré a mis aposentos, pues desgraciadamente, las cotidianas labores me reclamarán muy temprano.
Un abrazo!

Carvalho -

La foto por si sóla, pues no es que sea de premio, pero encabezando tu texto adquiere un sentido que va más allá de lo estético. Insisto: se convierte en metáfora. ¡ Para que vayas poniendo luego en duda el poder de las palabras ¡

Suleiman -

¿Paradójico, verdad? El camino que tienes por delante y que a la vez no deja de ser el camino que ya has recorrido.
Este fue el primer relato que posteé, quizás por una necesidad que surgió justamente de este viaje, el cual en aquella ocasión disfruté de una manera como nunca había hecho, y que me hizo plantearme comenzar otro viaje en mi vida, el de empezar a colgar aquí mis humildes reflexiones.
Mil gracias Carvalho por tus reflexiones, y me siento halagado de que también la imagen te haya agradado.

Carvalho -

La metáfora más potente, y disculpa si parece que no valore el texto, está en la imagen que encabeza tu reflexión. ¿Es intencionado que el espejo nos ponga por delante el camino recorrido como si fuera camino por venir? El retrovisor nos encaja perfectamente lo ya visto para colocarlo ante nosotros como un nuevo recodo a descubrir. Todo un martillazo visual.Saludos

Suleiman -

Si consigo, juntando cuatro palabras, darles forma y que de ellas a alguien le transmita sensaciones o emociones, el pequeño esfuerzo que suponga hacerlo tendrá la más grande compensación. Gracias Yolanda por tus comentarios, por ser, por estar, y por tu benevoléncia al leerme.
Un abrazo!

yolijolie -

Releo tu escrito, y me hace viajar contigo al destino que yo imagino a mi manera, porque tú me lo permites. El halo de sensaciones que me llegan me convierten en pasajera previlegiada de tu paseo, me hacen viajar sin moverme y quedarme cuando ya vuelves.
Eres un escritor de pluma afinada, que dejas con ganas de más, por ser la cuerda que mueve mis emociones.
Que tu camino se trace por senderos recónditos y que se dejen escribir por ti para poderlos ver con tus propia manera de sentirlos.
Un fuerte abrazo Sr. Suleiman
yolanda